San Salvador, 3 de junio de 2025 – Al cumplir un año de su segundo mandato, el presidente Nayib Bukele continúa siendo una figura polarizante pero indiscutiblemente popular en El Salvador. Con una aprobación ciudadana que alcanza el 85.2% según la encuesta más reciente de LPG Datos, Bukele ha consolidado su liderazgo gracias a su éxito en materia de seguridad, transformando un país que alguna vez fue de los más peligrosos del mundo en uno con una tasa de homicidios comparable a la de Canadá. Sin embargo, mientras su administración celebra logros históricos, enfrenta desafíos económicos y críticas por retrocesos democráticos que podrían definir el rumbo de su gobierno en los próximos años.
Un ‘milagro’ en seguridad y apoyo popular
El primer año del segundo mandato de Bukele, iniciado el 1 de junio de 2024, ha estado marcado por la continuación de su política de “mano dura” contra las pandillas. La tasa de homicidios, que en 2019 era de 51 por cada 100,000 habitantes, se redujo a 1.9 en 2024, un logro que el presidente atribuye al estado de excepción iniciado en 2022, que ha resultado en la detención de cerca de 75,000 personas, aproximadamente el 2% de la población. Esta estrategia, aunque criticada por violaciones a derechos humanos, ha devuelto un sentido de normalidad a comunidades que vivían bajo la extorsión y el temor. “La seguridad es la columna vertebral de nuestro proyecto”, afirmó Bukele en su informe anual, destacando que “El Salvador ya no tiene el cáncer de las pandillas”.
La aprobación del 85.2% refleja el respaldo de los salvadoreños a estas medidas, con encuestas que señalan la seguridad como el principal motivo de apoyo. Ciudadanos como Juan Carlos Rosales, un ingeniero de San Salvador, han expresado que “el cambio en seguridad es palpable; antes no podíamos salir tranquilos”. Además, Bukele ha diversificado su agenda, avanzando en proyectos como la modernización del Hospital Rosales y programas educativos como “Mi Nueva Escuela”, que buscan mejorar la infraestructura y el acceso a servicios básicos.
Promesas futuras y desafíos económicos
En su informe anual, Bukele prometió enfocarse en “curar las enfermedades económicas” del país, reconociendo que la seguridad, aunque prioritaria, debe complementarse con crecimiento económico. Entre sus promesas están la atracción de inversión extranjera, la creación de empleos y la modernización de la infraestructura, incluyendo un ferrocarril transnacional y un nuevo aeropuerto. También destacó el potencial de la minería, tras levantar la prohibición de explotación de metales en 2023, afirmando que los yacimientos de oro podrían valer hasta 3 billones de dólares. Sin embargo, esta iniciativa enfrenta resistencia de comunidades y ambientalistas, lo que podría erosionar su popularidad.
El presidente también se comprometió a combatir la corrupción, un tema sensible en un país donde el 45% de la población percibe un aumento en actos corruptos en el último año, según Transparency International. Bukele ha prometido una “guerra contra la corrupción” similar a su lucha contra las pandillas, aunque persisten dudas sobre la imparcialidad de las investigaciones, especialmente tras la expulsión de la Comisión Internacional contra la Impunidad en El Salvador (CICIES) en 2021.
El mayor desafío para Bukele es la economía. El Salvador tiene la tasa de crecimiento más baja de Centroamérica, con un aumento de la pobreza del 26.8% en 2019 al 30.3% en 2023. La inflación alimentaria ha superado el aumento de salarios, y la deuda pública ha escalado a 30,000 millones de dólares, equivalente al 84% del PIB. La apuesta por el Bitcoin como moneda de curso legal, lanzada en 2021, no ha rendido los frutos esperados, y el Fondo Monetario Internacional considera la situación fiscal “frágil”, complicando las negociaciones por un rescate de 1,300 millones de dólares. Estos problemas económicos podrían poner a prueba la paciencia de su base de apoyo.
Un futuro bajo escrutinio
A pesar de su popularidad, Bukele enfrenta críticas por su estilo de gobernanza, calificado como autoritario por organismos como Amnistía Internacional. La reelección, posible tras una controvertida decisión de una Corte Suprema alineada con el presidente, y la concentración de poder en su partido Nuevas Ideas, que controla 54 de los 60 escaños legislativos, han generado preocupaciones sobre el retroceso democrático. Las acusaciones de violaciones a derechos humanos, como detenciones arbitrarias y torturas en prisiones, persisten, con grupos como el Movimiento de Víctimas del Estado de Excepción (MOVIR) exigiendo justicia para miles de inocentes encarcelados.
El Salvador de Bukele es un país transformado, pero el precio de esta transformación sigue siendo debatido. Mientras el presidente promete un “milagro económico” para complementar el “milagro de seguridad”, su capacidad para cumplir dependerá de superar la resistencia interna, las presiones internacionales y las limitaciones fiscales. Con un respaldo popular abrumador pero un panorama económico incierto, el segundo mandato de Bukele será una prueba crucial para determinar si su modelo de liderazgo puede sostenerse a largo plazo o si las grietas en su popularidad comenzarán a aparecer.
Fuentes: La Prensa Gráfica, Reuters, Al Jazeera, Americas Quarterly, WOLA, Amnistía Internacional